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Expedicion de Malaga

1831: EXPEDICIÓN A MÁLAGA

 

Málaga en los tiempos de Torrijos

“Yo estoy, no sólo pronto sino ansioso de inmolarme
en obsequio de la patria”

(José María Torrijos)

En la noche del 30 de noviembre de 1831, salieron de Gibraltar con rumbo a la costa oriental de Málaga, las barcazas Santo Cristo del Grao y Purísima Concepción, con Torrijos y sus cuarenta y ocho liberales, más doce marineros…

Portaban como bagaje varios impresos del Manifiesto a la Nación, diversas proclamas y reglamentos firmados por Torrijos y tres banderas tricolores (la nacional con dos bandas azul celeste en los lados para diferenciarse de las fuerzas absolutistas). Llevaban como lema Patria, Libertad e Independencia, y como grito del pronunciamiento ¡Viva la Libertad!

El 2 de diciembre, cuando las barcazas cruzaban a la altura de Cala de Mijas, fueron sorprendidas por fuego de cañón realizado desde el bergantín Neptuno, cuyo capitán había prometido a Torrijos escoltarlo hasta el lugar del desembarco: Ventas de Bezmiliana en el actual Rincón de la Victoria.

El inesperado encuentro en las proximidades de Punta de Calaburra, obligó a Torrijos y sus compañeros a realizar un precipitado desembarco en la playa de El Charcón, donde quedaron embarrancadas las barcazas.

Tras la arenga de Torrijos en el monte Guajarzo, los expedicionarios de Gibraltar se adentraron por la cañada del Carrizo, próxima al Chaparral, hacia el interior…
Torrijos y sus compañeros habían logrado hacer el rompimiento. Sin embargo, los acontecimientos de los días siguientes les impidieron llevar a cabo el pronunciamiento.

Los liberales atravesaron el río Ojén (en esa parte llamado de Fuengirola), continuando su marcha por la realenga, actual camino de Campanales.

Progresando hacia Mijas, al anochecer, el grupo liberal llegó a las inmediaciones del pueblo, saliendo a su encuentro la milicia realista que realizó varias descargas de fusilería.

Torrijos y los suyos, aprovechando las sombras de la noche, comenzaron un penoso ascenso por el arroyo de las Grajas, llegando a la dorsal de la sierra de Mijas, donde pernoctaron.

Al amanecer del día 3, los expedicionarios de Gibraltar iniciaron el descenso por la vertiente noreste de la sierra, bajando hacia el Valle del Guadalhorce.
A mediodía, ya en las proximidades de Alhaurín de la Torre, la milicia absolutista abrió fuego contra los liberales, obligándoles a desviar su ruta hacia el norte.
Ante este nuevo contratiempo, Torrijos decidió que lo mejor era buscar un lugar seguro para poder descansar, visto el estado de agotamiento en el que se encontraban.

La elección recayó en un cortijo blanco situado en la vertiente sur de la Sierra Llana: la Alquería del conde de Mollina, a cuatro leguas de Alhaurín de la Torre.

 

La Alquería del conde de Mollina

Acogidos en aquella hacienda, al anochecer, los liberales terminaron siendo cercados por el batallón de los Voluntarios Realistas de Coín, cuyo capitán, Francisco Lomeña, realizó un furibundo ataque a la Alquería al amanecer del día 4, en el que fueron rechazados los asaltantes.

Presente en el cerco el gobernador de Málaga, González Moreno, se entrevistó con Torrijos en el atardecer del mismo día, sin que nadie pudiera escuchar la conversación que mantuvieron ambos generales.

Para Torrijos, por su cargo e implicación en el plan Viriato, González Moreno era la persona que podía deshacer la mala situación en la que se encontraban en aquel cerco, donde además de las unidades regulares procedentes de la capital, Regimiento Infante, 4º de Línea, provinciales de Málaga y Soria, y Regimiento de Caballería Vitoria, 4º de Ligeros, se habían incorporado Voluntarios Realistas de Alhaurín el Grande, Alhaurín de la Torre, Monda, Álora, Cártama, Mijas, Ojén y Marbella, así como los Carabineros de la 11ª Comandancia de Torremolinos.

Pese a que se desconoce lo que hablaron, puede intuirse por lo que después ocurrió, que Moreno propusiera a Torrijos que, con tantos exaltados Voluntarios Realistas presentes en el sitio, el pronunciamiento que había traído al general liberal a Málaga, sólo sería efectivo con la presencia de ambos en la capital.

Además, el traidor gobernador pudo informar a su víctima, que tenía noticias fidedignas sobre la progresión de contingentes de tropas realistas procedentes de Cádiz, Sevilla, Córdoba y Granada, las cuales se dirigían a marchas forzadas hasta allí, para colaborar en la captura de los expedicionarios de Gibraltar.
Por lo tanto, ante la situación sobrevenida tras el desembarco en El Charcón, la propuesta de Moreno pudo cifrarse, en fingir una rendición, trasladarlos a Málaga y, una vez allí, llevar a cabo el levantamiento.

Quizás Torrijos, contrario de marchar a Málaga en situación de detenido, pidió a Moreno unas horas más, con el fin de obtener noticias de los 2.500 liberales de la Axarquía que, supuestamente, le estaban esperando en Bezmiliana.

Parece ser que el ladino gobernador le dio un plazo hasta el amanecer, en el cual, si no había cambios, Torrijos tendría que “aceptar” la rendición.

Acordado el asunto, el general liberal regresó a la Alquería, sin saber que, de nuevo, había sido engañado por su enemigo.

Los batallones pro-liberales de la Axarquía no existían ¡Nunca habían existido!, y su posible progresión hacia Málaga era una pura ficción.

Habían sido parte del cebo tendido por Viriato para sacar a Torrijos de Gibraltar, y ahora lo iban a ser para su entrega sin resistencia.

La rendición de la Alquería tuvo lugar a las ocho horas y cuatro minutos del 5 de diciembre.

Trasladados a Málaga los liberales, los compañeros de Torrijos fueron encerrados en la cárcel pública, mientras que Torrijos fue trasladado hasta el cuartel de Mundo Nuevo, donde fue encerrado en el calabozo de la Guardia de Prevención del mismo. Allí le arrancaron los entorchados de general y le pusieron grilletes en sus muñecas. En esos momentos Torrijos terminó de comprender el engaño del que había sido objeto.

El joven José Salamanca, enviado por la hermana de Torrijos, partió para Madrid con firmas recogidas en Málaga, pidiendo clemencia al rey, pero éste firmó la sentencia de muerte con un “que los fusilen a todos”.

Torrijos y sus compañeros pasaron la última noche en capilla, en el convento de San Andrés del barrio de El Perchel, donde les fue leída la condena, testaron y recibieron los correspondientes auxilios espirituales.

A la mañana siguiente, en la playa próxima los liberales fueron fusilados mientras gritaban el lema de su fracasado pronunciamiento: “¡Viva la Libertad!”.

 

HOMBRES QUE COMPUSIERON EL GRUPO DE TORRIJOS, Y QUE FUERON FUSILADOS EN MÁLAGA EL 11 DE DICIEMBRE DE 1831

D. José María Torrijos y Uriarte
D. Manuel Flores Calderón
D. Juan López Pinto
D. Francisco Fernández Golfín
D. Robert Boyd
D. Francisco Ruiz Jara
D. Francisco de Borja Pardío
D. Pablo Verdaguer Orsilla
D. Juan Manuel Bobadilla
D. Pedro Manrique lópez
D. Joaquín Cantalupe
D. José Guerrero Caro
D. Ángel Hurtado Salgado
Fray José María Cordero Carce
D. José Castell Ubison
D. Francisco Arqués Carlicos
D. Manuel Vides Fajardo
D. Ramón Ibáñez Navarro
D. Santiago Martínez Sturla
D. Domingo Valero Cortés
D. José García Hernández
D. Andrés Collado Fernández
D. Francisco Julián Rodríguez
D. Gonzalo Márquez Gómez
D. Miguel Andreu
D. Ignacio Alonso Díaz
D. Magdaleno Alonso
D. Francisco Benabal Bélmar
D. Vicente Jorge Montalvo
D. Salvador Mata
D. Francisco García López
D. Pedro Muñoz Romero
D. Ramón Vidal Jiménez
D. Antonio Prados
D. Julián Osorio Fernández
D. Antonio Pérez
D. Salvador Lledó Mora
D. Juan Sánchez Sánchez
D. Francisco Arcas Reus
D. Jaime Carazo
D. Lope de López
D. Vicente García
D. Francisco Méndez
D. Francisco Mora Altea
D. José Olmedo
D. Lorenzo Cobos Lorca
D. Juan Suárez Teresa
D. Manuel Vides García
y D. José María Galasis.

POR CARGOS Y EMPLEOS

1 Mariscal de Campo
1 Presidente de las Cortes Españolas
1 Ministro de la Guerra
6 militares
1 oficial inglés
4 marinos (incluido el grumete)
33 paisanos
1 religioso
1 carpintero gibraltareño ajeno a la conspiración, que había hecho algunas reparaciones en las embarcaciones liberales durante el día 30 de noviembre.

Total: 49 hombres