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Se clausuró el ciclo de conferencias “África en la memoria”, con la dedicada a “La epopeya de Igueriben”, impartida por el historiador malagueño Esteban Alcántara.

Asociación Torrijos 1831.

En la tarde del pasado 21 de julio, justo cuando se cumplió el Centenario de la caída de Igueriben en el antiguo Protectorado de Marruecos; tuvo lugar en el Museo de Patrimonio de Málaga la clausura del ciclo de conferencias “África en la memoria”, con la impartida por el historiador malagueño Esteban Alcántara, especializado desde hace años en la defensa de Igueriben, titulada “La epopeya de Igueriben”. El ponente fue presentado por la catedrática de la UMA, Marion Reder Gadow, que expuso su amplio currículum. Alcántara trazó tres ejes en el desarrollo de la conferencia: la mala elección del lugar donde se ubicó la posición, especialmente lejana para abastecerse de agua; las grandes dificultades en la propia área campamental de Annual para socorrer a Igueriben y, especialmente, qué causas llevaron a los fracasos de los convoyes de abastecimiento, en los días 19 y 21 de julio de 1921. Al terminar, el conferenciante citó con cierta emoción contenida: “La ocasión extraordinaria de vivir en el día de hoy el Centenario de la caída de Igueriben, en este 21 de julio de 2021, nos obliga, éticamente y moralmente, a dejar patente, que la posición que mandó el comandante Julio Benítez y Benítez no pereció por la falta de valor de sus defensores, sino por un cúmulo de circunstancias y errores graves que fueron totalmente ajenos a ellos. Sin duda alguna, la historia de Igueriben brilla con luz propia en los acontecimientos vividos en el Rif en el trágico 1921. Cien años después, Igueriben continúa siendo emblema de valor y sacrificio, y quizás, una bandera”.

Igueriben: acercamiento a la historia de la posición.

Dentro del drama que para nuestro país supuso el llamado Desastre de Annual (1921), el particular calvario que sufrió la posición de Igueriben entre los días 17 y 21 de julio, de aquel aciago año, siempre ha sido motivo de atracción para las personas seguidoras de los sucesos que vincularon a España con el Protectorado de Marruecos. Ahora, cuando el calendario ha cumplido el Centenario de la defensa y caída de aquella heroica posición, Igueriben sigue brillando con luz propia dentro de los hechos del Desastre, por muchas razones, entre ellas la del reconocimiento y admiración por el valor que su guarnición demostró, defendiéndola hasta la extenuación, careciendo de agua, víveres, material sanitario, repuestos de armamento y munición; y también, por la profunda desazón que ha perdurado a través del tiempo por tanto fracaso continuo en no lograr socorrerla, abocándola a su trágico destino. Pese a que un buen número de historiadores, civiles y militares, han excavado cuanto han podido en su historia, aún al día de hoy quedan preguntas e incógnitas sin resolver, unas veces porque han existido hasta tres versiones distintas de testigos directos, de algunos hechos, y otras, porque la polvareda general que produjo la magnitud del Desastre, logró enterrarlas para siempre con tantos protagonistas muertos o desaparecidos, a lo que hubo que añadir la situación de un territorio que tardó cinco años en recuperarse. Igueriben representa en la cronología el principio del fin, el inicio de la tragedia que aniquiló al ejército que constituyó en 1921 la Comandancia General de Melilla y, también, la sombra de una dolorosa historia, pues a sus defensores no les bastó con luchar valerosamente o morir, se les impuso en la colosal magnitud de aquella tragedia, sufrir. Lo sucedido en Igueriben se conoció en la década de los años veinte del pasado siglo, gracias a los diferentes libros que, bien de forma total o parcial, dedicaron páginas en relatar su defensa y trágico final, y también, por la documentación oficial que se generó, especialmente, con el Expediente Picasso, la documentación derivada de las declaraciones vinculadas con el proceso de las responsabilidades en el Congreso de los Diputados (en cuanto al Desastre), y el Suplicatorio del general Dámaso Berenguer, que fue Alto Comisario de Marruecos durante aquellos acontecimientos. El pronunciamiento de Primo de Rivera en 1923 evitó que el Expediente Picasso fuera conocido en toda su extensión, y que continuaran las investigaciones oficiales en cuanto al proceso de las responsabilidades del Desastre. De esa manera, desde 1923 se entró en el silencio forzado de las instituciones, no quedándole otra a los descendientes de los muertos y desaparecidos, que la resignación y los homenajes. Pero el país, y el pueblo en general, por tantos hijos perdidos, siempre conservó la memoria, desbordándose el dolor y amargura cuando se escribían o escuchaban, los nombres de Annual, Monte Arruit, Dar Quebdani, Sidi Dris, Abarrán, Afrau, Zeluán o Igueriben. Una parte de los que sobrevivieron al Desastre, terminaron siendo víctimas de la represión en los dramáticos días de la Guerra Civil, especialmente, entre 1936 y 1937, bien por sus ideas políticas, acciones o por prestar sus servicios en el ejercicio de sus cargos, en cada uno de los dos bandos. Igualmente sucedió con algunos vinculados, directa o indirectamente, con los convoyes de socorro a Igueriben, entre el 19 y 21 de julio, como el general Navarro, los tenientes coroneles Núñez del Prado y Tulio López Ruiz, o el hijo del propio general Silvestre, y también, aquellos que sobrevivieron a la defensa de la posición, como el teniente Luís Casado Escudero, el sargento Hermenegildo Dávila Morillo y varios cabos y soldados. En 1923, Luís Casado publicó Igueriben, un relato imprescindible que recogió, día a día, de la posición desde el 7 de junio al 21 de julio de 1921, su defensa extrema, la actuación de mandos y tropa, y el sacrificio de la guarnición. El libro se publicó en el contexto del momento, cuando se estaba haciendo un gran esfuerzo por recuperar el territorio perdido en el Desastre, siendo firmado el epílogo el 14 de noviembre por el general Burguete. Salvo alguna otra cosa, los principales errores que aparecen en el libro están en las relaciones nominales de la tropa de las diferentes unidades que estuvieron presentes en la defensa de Igueriben, donde se inscribieron nombres de individuos que no estuvieron en la posición y faltan los de otros que sí participaron en su defensa, una equivocación que parte de las fuentes que utilizó Casado, plasmando sin más las Listas de Revista de 1921, que le facilitaron las unidades en 1923, y que, lógicamente, no recogían con exactitud la distribución real del personal de tropa en julio de 1921, en las diferentes posiciones del Rif, con las novedades, destinos y necesidades que surgían constantemente en la campaña. En medio de los inciertos momentos políticos de 1930, del gobierno de Berenguer, apareció la novela Imán, primera del escritor Ramón J. Sender. De corte antibelicista, entre otras cosas narraba acontecimientos relativos al Desastre, con una parte dedicada a Igueriben. Tras 1939, lo sucedido en el Desastre de Annual fue considerado por el Ejército como un baldón, del que se hablaba poco y se publicaba menos, con excepción de lo que significó el urgente y oportuno socorro a Melilla y, como colofón, la operación del desembarco de Alhucemas, que cauterizaba, de alguna manera, el problema de Marruecos de tantos años. En 1969, la publicación de los fascículos España en sus héroes, permitió conocer a una nueva generación de españoles la defensa de Igueriben. La obra divulgaba la figura de aquellos que, a lo largo del siglo XX, habían obtenido la Cruz Laureada de San Fernando o medallas militares. En cuanto al fascículo nº 24 del coleccionable, el relato sobre Igueriben estaba basado prácticamente en la obra del teniente Casado. A finales de aquella década de los sesenta, también apareció El Desastre de Annual, nº 7 de los Episodios Nacionales Contemporáneos, cuyos autores fueron Ricardo Fernández de la Reguera y Susana March. Uno de sus protagonistas fue Chamberí, defensor de Igueriben, que logrando escapar de la posición terminaría llegando a Melilla, para morir. A través de ese personaje y de otros pertenecientes a la tropa, se realizará un retrato paralelo al oficial, de lo que fue aquella durísima retirada. En la década de los años setenta, la revista Tele Radio sacó el coleccionable España Siglo XX. Lo firmaban José María Pemán y Ricardo Fernádez de la Torre. Entre otras cosas, la colección mostró muchas fotografías relativas al Desastre. En 1981, en formato de tiras, apareció en el periódico “SUR” de Málaga el cómic El héroe de Igueriben, del historiador y dibujante Esteban Alcántara, que trataba de recordar, de forma amena y sencilla, la defensa de la posición y los valores castrenses del comandante Julio Benítez y Benítez. En 1991, la Asociación de Estudios Melillenses publicó en formato de libreto La Ruta de Annual (también en formato de cómic de Esteban Alcántara). Posteriormente, esas viñetas fueron publicadas en páginas para ser coleccionadas, tanto en la revista Legión (1992-1993), como en el periódico el Telegrama de Melilla (2004). La última en publicarlo, en 2015, ha sido la Asociación Turóbriga de la localidad de El Burgo (Málaga), lugar de nacimiento del comandante Benítez. En cuanto a estudios para acometer nuevas líneas de investigación sobre los hechos del Desastre, habrá que esperar a la última década del siglo XX, así como a las dos primeras del siglo XXI, para que varios historiadores, cada uno ellos independiente en sus tareas, realicen nuevas e importantes aportaciones basadas en la extracción de documentos inéditos, que harán posible una muy necesaria revisión de los acontecimientos de 1921, y por ende, de la propia Igueriben. Para su Historia secreta de Annual, publicada en 1999, Juan Pando Despierto sacará datos muy necesarios, de los archivos de Maura y el personal del general Picasso (incluyéndose las múltiples vicisitudes que sufrió el Expediente), y también, del particular de Domínguez Llosa. La obra aportó buenas e interesantes novedades, entre ellas, qué fue de aquellos mandos que sobrevivieron al Desastre, y el análisis del armamento necesario con el que pudo haber contado la Comandancia General de Melilla, en la campaña de 1921, y que nunca llegó. En 2014 se publicó Morir en África. La epopeya de los soldados españoles en el Desastre de Annual, autoría Luís Miguel Francisco, y en 2018, Vicente Fernández Riera presentó su extraordinaria obra De Cuba a Annual. Vida y muerte del general Silvestre. Entre otros aspectos, es de destacar en cuanto a Igueriben, su acertado criterio y exposición para analizar, en espacio, composición, ejecución y tiempos, la acción de los tres convoyes que trataron de socorrerla, en los fatídicos días 17, 19 y 21 de julio. En el mundo digital que predomina hoy, son de destacar los estudios realizados por el investigador Javier Sánchez Regaña, especialmente sobre Igueriben, reflejados en su blog dedicado al Desastre de Annual. Sus novedosas aportaciones sobre los defensores de Igueriben, su corrección en cifras y nombres, y lo que fue ellos, especialmente la suerte que corrió el personal de tropa, se hace imprescindible hoy como base de futuras investigaciones.