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“Bicentenario de la defensa del general Torrijos, del sistema constitucional español, en Cartagena. 1823-2023”.

Asociación Torrijos 1831 20/10/1823.

Entre el verano y otoño del presente 2023, se cumple el Bicentenario de la defensa que, en Cartagena, el joven general José María Torrijos y Uriarte hizo del sistema constitucional, así como en otras localidades que pertenecieron a la jurisdicción de su mando militar, como Alicante y Peñíscola. En 1823, cuando la España liberal se deshacía como un castillo de naipes ante la invasión de nuestro país perpetrada por el poderoso ejército francés de los Cien mil hijos de San Luís, obedeciendo las disposiciones tomadas por las monarquías absolutistas en el Congreso de Verona para acabar con el sistema constitucional español y devolver a Fernando VII a su poder más absoluto y rancio; el general Torrijos, sus leales colaboradores, las tropas a sus órdenes y el pueblo leal de Cartagena, convencidos de luchar por la nación hasta el final, se dispusieron a mantener izado el pabellón constitucional y defenderlo. Para entonces, ya habían caído en poder de los franceses importantes ciudades como Pamplona, Zaragoza, Madrid o Sevilla, preparándose Cádiz para ser sitiada. En el levante, la bandera constitucional seguía ondeando en Cartagena, desafiando al ejército francés y al régimen absolutista que, prácticamente, ya controlaba casi todo el país. Fue la lucha de hombres que se consideraban libres por los derechos emanados de la Constitución de 1812, frente a un sistema cada vez más obsoleto, atrasado y garante del sistema secular de los privilegios, donde un monarca tenía en sus manos, y dominaba hasta los últimos resortes, los poderes, legislativo, ejecutivo y judicial.

Desmemoria generalizada para una página desaprovechada de nuestra historia, en la que se perdieron las libertades y derechos constitucuionales.

Entre 2008 y 2014 se celebraron en nuestro país con grandes fastos y recreaciones históricas los hechos de la Guerra de Independencia, en la que con ayuda de británicos y portugueses, logramos expulsar al poderoso ejército francés de Napoleón Bonaparte, cuyo poder golpeado, iba en franco retroceso desde la retirada de Rusia. El hecho de hacer desaparecer a José Bonaparte del trono de España, lo cambiamos por colocar de nuevo a Fernando VII (en la actualidad, reconocido como el peor gobernante de la historia de nuestro país), que apenas llegó, le quitó a los españoles la condición de ciudadanos, que la tenían por obra y gracia de la Constitución de 1812, para convertirnos en súbditos a su poder, en la regresión estamental del pasado. Así estuvimos durante el Sexenio Absolutista (1814-1820), hasta que llegó el Trienio Liberal (1820-1823), en el que de nuevo la Constitución de 1812 rigió los destinos de nuestro país. Con la Constitución vinieron libertades y derechos. Pero Fernando VII sólo pensó en sus derechos, los derechos de su poder absoluto, y para ello hizo cuanto estuvo en sus manos para producir una nueva invasión francesa, en este caso la del poderoso ejército de los Cien mil hijos de San Luís, que le enviaba su pariente galo, y que tuvo un recorrido fácil hacia el sur de España, gracias a las traiciones y las colaboraciones continuas de españoles absolutistas. Los núcleos de resistencia constitucionalistas estuvieron en Cataluña, la zona de Levante, Extremadura y Cádiz. Finalmente, el poderoso del ejército francés se impuso, devolviendo al monarca sus inmensos poderes. Al sufrido pueblo español le tocó el sacrificio, a base de impuestos extraordinarios para pagar los gastos la ocupación de aquel ejército extranjero en nuestro país durante cinco largos años. ¿Dónde quedaba la gesta de haber echado a los franceses en 1814, si en 1823 Fernando VII pagaba con el sudor de sus súbditos estas indemnizaciones a tropas extranjeras que controlaban nuestro país? Por tanto, por estas fechas, parece que lo más conveniente es mirar para otro lodo y recordar poco, para olvidarnos de aquellos pagos a un ejército de ocupación que sólo le valieron al rey y su poder y la cohorte de aduladores, mientras el país campaba por la miseria, el endeudamiento, el atraso, el analfabetismo, las supersticiones y los abusos. Página demasiado oscura, de la que se comenta poco y se ignora más. Lástima.