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La Ilustración del siglo XVIII forjó a los liberales de la primera parte del XIX.

Asociación Torrijos 1831            12/03/2024.

En esta web, donde tanto se escribe de lo que fue el liberalismo español decimonónico, creemos oportuno recordar para nuestros lectores habituales, qué pensamientos fueron los que precedieron e influyeron sobre el movimiento liberal y pro constitucionalista que nació en Cádiz a partir del año 1810, en medio de las rígidas instituciones del estado absoluto borbónico, con representantes de una nobleza privilegiada a lo largo de tres siglos y, también, con una mayoría eclesiástica, igualmente privilegiada, en contra. A todo ello se añadieron los padecimientos y privaciones de un cerco a la ciudad gaditana, de dos años y medio, sostenido por las poderosas tropas napoleónicas. Recordemos antes de empezar este artículo, como era aquel estado estamental, y piramidal, anterior a la llegada de las constituciones europeas al continente. En el vértice de la cúspide de los sostenidos por los privilegios estaba el rey absoluto, con los tres poderes, ejecutivo, legislativa y judicial, en el dominio de su potestad. Por debajo de él, la nobleza de Corte (o de Sangre), y el Alto Clero. A estos últimos podían acceder (no de forma fácil), la pequeña Nobleza, e incluso la Nobleza de Toga. Igualmente y con restricciones, individuos del Bajo Clero podían ingresar en el Alto. Más abajo, en aquella sociedad estamental, estaba el corte, el foso que separaba a los privilegiados de los que no lo eran. En la parte más alta de los no privilegiados se encontraba la burguesía. Los individuos más poderosos de ella, especialmente, banqueros y rentistas poderosos, utilizaron en algunos países (especialmente en la Francia del XVIII), esa estrecha puerta existente para convertirse, gracias a sus riquezas, en Nobleza de Toga; pero la mayoría de la burguesía, integrada en lo que se conoció como burguesía media (grandes comerciantes y profesionales liberales), continuaba entre los no privilegiados. Le seguían por debajo, en las ciudades, la llamada pequeña burguesía, artesanos y pequeños comerciantes, y las llamadas clases populares: con empleados y sirvientes. Finalmente, estaban los vagabundos, a los que se recurría con frecuencia en las levas para engrosar las tropas de los ejércitos realistas, generalmente “carne de cañón” para las guerras. En cuanto al campo, estaban los campesinos ricos, los medios (denominados arrendatarios), los jornaleros y los siervos (atados administrativamente de por vida a los señores de la nobleza), y en el último escalón los mendigos. En esos campos abiertos abundaban los fugitivos de la justicia absolutista y los fuera de la ley, descritos a veces en la literatura como la “Corte de los Milagros”. Los privilegiados nada aportaban para sostener las cargas del Estado estamental, eso les correspondía a los no privilegiados, que constituían el llamado Tercer Estado. Además, los privilegiados gozaban de una justicia que les hacía impune en muchos casos, mientras que la dureza judicial era por lo general rígida para los no privilegiados, a los que, llegado el caso, se les forzaba con la tortura para declarar.

La Ilustración: un manantial de cambios.

La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual europeo que tuvo lugar desde mediados del siglo XVIII hasta principios del siglo XIX, especialmente en Inglaterra, Francia y Alemania. Inspiró profundos cambios culturales, políticos y sociales. Por esos motivos, el XVIII es conocido por el Siglo de las Luces, marcado por el deseo de marchar hacia el progreso. Las ideas desarrolladas durante esta época estuvieron enfocadas en conceptos como la búsqueda de la felicidad y la soberanía de la razón, así como de la evidencia de los sentidos como fuentes primarias del aprendizaje. Entre esas ideas emanadas desde la Ilustración se incluyeron la libertad, la igualdad, el progreso, la tolerancia, la fraternidad, el gobierno constitucional y la separación Estado-Iglesia. Existió también una Ilustración española e hispánica, la de la Escuela Universalista, aunque más científica y humanística que política.
Los pensadores de la Ilustración sostenían que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos científicos, económicos, políticos y sociales de la época. Este tipo de pensamiento llegó a la población, especialmente, por los hombres de letras, pensadores y escritores, que creaban nuevas formas de entender la realidad y la vida en aquel siglo XVIII. Se expandió también a través de nuevos medios de publicación y difusión, así como en libros, periódicos, reuniones, y concretamente en los cafés de las grandes ciudades continentales y británicas, donde participaban activamente intelectuales y políticos, a fin de discutir y debatir acerca de la ciencia, política, economía, sociología, leyes, filosofía y literatura.

La Enciclopedia.

La Enciclopedia de Diderot y D´Lambert, fue publicada en París entre 1751 y 1772. Sin duda, fue la gran obra que recogió todos los aspectos de los pensamientos de las Luces. Marcó un antes y un después en la historia de la edición europea. Nunca antes unos libros habían generado tantas pasiones y odios encontrados. La Encyclopédie fue un proyecto de sistematización del conocimiento que aglutinó a algunos de los mejores intelectuales de su tiempo, con la intención de difundir los principios de universalidad, verdad, humanidad, autonomía de la razón y laicismo. En ella se trató de exponer al detalle todos los conocimientos adquiridos hasta mediados del siglo XVIII, pero de una forma más completa que el Diccionario de Bayle o la Ciclopedia de Chambers. Los enciclopedistas aspiraban a demostrar el posible dominio del hombre sobre el universo del que dependía. Se trataba de que, a base de una precisa y correcta información, el lector pensara por sí mismo, buscando la verdad a través de las ciencias y la Historia, no en la Biblia y otros textos de la Iglesia, como hasta entonces había sucedido, ya que, en general, los filósofos se mostraban escépticos respecto a la existencia de Dios, rechazando la influencia preponderante de la Iglesia sobre el Estado y la sociedad. Citaban que la felicidad estaba al alcance de cada hombre, a condición de liberarse de cuanto obstaculizase al progreso. Compuesta por una “sociedad de literatos”, la Enciclopedia quiso examinar de arriba abajo todos los conocimientos sin excepción. Se buscó armonizar el interés general con el particular, crear condiciones para la felicidad de ciudadanos libres, que trabajarán para una prosperidad general bajo un gobierno estable e ilustrado. Ese fue el objetivo de la filosofía de las Luces. A finales del XVIII se puso en duda el mito de Adán y Eva como nuestros primeros padres, avanzándose sobre los conocimientos del mundo animal y el vegetal, este último a través de los jardines botánicos que proliferaron bajo esmerados cuidadores. También se avanzó con los conocimientos de la mecánica celeste (Newton), y el descubrimiento del vacío. Hubo grandes avances en las Matemáticas y se profundizó en la Química. La música se convirtió en un arte total, especialmente la instrumental, con un amplio desarrollo. También en el XVIII, la figura del escritor adquirió un relieve extraordinario. Voltaire citó en la Enciclopedia: “El escritor es un filósofo, un hombre de mundo y un guía del espíritu humano”. En el escritor se funden la razón y la sensibilidad, es quien establece los valores de la libertad y quien orienta a la opinión pública. Nunca hasta el XVIII, ser un creador literario había gozado de tan alta reputación.

Los déspotas ilustrados del siglo XVIII.

En el XVIII, Austria, Prusia y Rusia se afirmaron como grandes potencias, mientras que Francia y España consolidaron sus posiciones. Esta evolución se debió en gran parte a la política de los nuevos monarcas que se lanzaron a las grandes reformas inspiradas en la filosofía de las Luces. Partidarios de esas nuevas ideas, si embargo, no dejaron de actuar como monarcas absolutos. Por ello serían conocidos como los déspotas ilustrados. Carlos III de España, Luís XV de Francia, Catalina II de Rusia, José II de Austria y Federico II de Prusia, se sentieron atraídos por el saber de las Luces, con otra visión del mundo. En las Luces, la fe ya no la dirigía Dios sino la razón humana, pues ¿no eran de por sí las ciencias y las técnicas una fuerza formidable de la capacidad del ser humano para evolucionar el mundo y dirigirlo a una nueva armonía?

La corriente filosófica de los masones.

La Masonería se fundó en Inglaterra siguiendo el modelo de asociaciones profesionales medievales independientes de las corporaciones. No es extraño que en su medallón estuvieran representados algunos instrumentos del oficio de constructor, pues cada uno de ellos simbolizaba un valor masónico: la escuadra, la equidad; el compás, el círculo del universo; el nivel, el equilibrio; la escalera, el progreso; el libro, el conocimiento; y el sol la iluminación espiritual. Los masones, que compartieron el mismo ideal de ayuda mutua y filantropía, contribuyeron de forma importante a difundir el espíritu de la Ilustración en Europa. Los miembros de la masonería se agruparon en logias, dentro de las cuales cada masón era un hermano para los demás, con independencia de su rango social.

La Ilustración en España.

En España, la Ilustración coincidió con los reinados de Fernando VI y Carlos III. Éste último pretendió reducir la influencia de la Iglesia sobre la sociedad, incluso expulsó a los jesuitas a favor de una enseñanza laica. Si embargo, la situación en la que se encontraba el país obstaculizó una eclosión inmediata. A pesar de ello, el auge dinámico de algunas de nuestras zonas geográficas (Cataluña, por ejemplo), y la actuación coadyuvante del poder político, facilitaron la aparición de un nutrido y valioso grupo de ilustrados (Cabarrús, Cadalso, Campomanes, Capmany, Mayans, Feijoo, Ustáriz, Antonio de Ullua, Nicolás y Leandro Fernández de Moratín, Floridablanca, Jovellanos, etc.), pero todo condicionado, por el arraigo y la preponderancia del pensamiento escolástico tradicional y la influencia arcaica derivada desde el Concilio de Trento. Pero gracias a la Ilustración, en España se crearon las Reales Academias de la Lengua, de la Historia, de la Medicina y del Real Gabinete de Historia Natural. Al replantearse de un modo crítico todo el conocimiento anterior, la Ilustración miró de una nueva manera a la religión e intentó quitarle cualquier resto de superstición, revisando la propia historia de la Iglesia. Así, en España, el padre Enríquez Flórez desmontaría numerosas devociones, tradiciones, creencias falsas y legendarias en su obra España Sagrada. Sin embargo todo esto se rompió en 1789, debido al pánico que produjo en la monarquía española la Revolución francesa, llevando a Carlos IV a desmantelar el movimiento ilustrado. Entonces, el viejo absolutismo apareció de nuevo, sellado con el apoyo de la cúpula de la Iglesia y la Inquisición. El estado borbónico español iba a ser desde entonces, hasta la llegada de la Constitución de 1812, el instrumento de la defensa de los sectores anclados en el pasado, siempre dispuestos a reaccionar contra los valores que forjaron la Ilustración.

Conclusión.

El movimiento de las Luces en España deseó una neta separación de las esferas civil y religiosa y una preeminencia del Estado en materia educativa. Desgraciadamente, el terror por las convulsiones de la Revolución francesa, hicieron que la Ilustración española consiguiera, muy a medias sus objetivos políticos, educativos y científicos, pues, entre otras cosas, no pudo introducir la ciencia en las universidades, teniendo que conformarse con las iniciativas de las academias y los centros militares. Lo que sí resulta incuestionable, es que los ilustrados españoles conformaron el primer núcleo moderno y reformista del país, del que salieron los liberales del siglo XIX y, en definitiva, todos los grupos progresistas de la España contemporánea.

Datos de la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831.

Tipo de Asociación: cultural, dedicada a la investigación histórica, y recreadora en sus actuaciones en público para exponer los hechos que representa. Ámbito de actuación: regional, recogida en el Registro de Asociaciones de la Junta de Andalucía. Inició su periodo constituyente en el año 2002, siendo legalizada en 2003. Fue un proyecto original desde el principio, pues en España no se había creado anteriormente una Asociación sobre el personaje histórico de José María Torrijos y Uriarte, héroe de la Guerra de Independencia y defensor de las libertades y derechos constitucionales frente al poder absoluto del reinado de Fernando VII. Original en las formas, dedicación y fines, que recogen sus estatutos, cimentando sus antecedentes en los precursores que trabajaron sobre el personaje de Torrijos en la provincia de Málaga, en las décadas de los años ochenta y noventa del siglo XX y primeros años del XXI.
Como colectivo de recreaciones históricas, es el más antiguo de las dedicadas al siglo XIX, en Andalucía. En cuanto a las representaciones relativas a la Guerra de la Independencia en las que participa la Asociación, la recreación insignia, creada en 2007, es el “Regimiento de Infantería de Málaga”, unidad titular de Málaga, que salvo un periodo de disolución, tuvo vida castrense desde 1701 a 1893, siendo su historial heredado por el Regimiento Melilla en sus diferentes numeraciones, y que fue disuelto en Málaga, en 1985. Para entrar en su historial y actividades: regimientodeinfanteriademalaga.blogspot.com
Correo de Contacto: asociacióntorrijos1831@gmail.com También, a través de este correo se pueden solicitar visitas concertadas al Centro de Interpretación Histórico José María Torrijos (Refectorio), en el barrio de El Perchel de Málaga. Teléfono de contacto: 952234039. Página web: www.torrijos1831.com