Asociación Torrijos 1831 29/12/2025
En 1993, de manos de la Editorial Algazara, apareció publicada en blanco y negro la obra gráfica del historiador y dibujante de cómic histórico, Esteban Alcántara Alcaide. En los primeros días, la publicación alcanzó un éxito en ventas y, en poco tiempo, se agotaron sus ejemplares. En ella se presentó, por primera vez y de forma muy descriptiva y detallada, el sitio al que fue sometida la ciudad musulmana de Málaga en 1487 por parte de las tropas de los Reyes Católicos; mostrando, también, a personajes como Hamet El Zegrí, Hernando Pérez del Pulgar, El Guervi, y otros, entonces, por lo general, muy olvidados en la ciudad.
El libro mostró un gran respeto por las tres culturas y religiones protagonistas del momento: cristiana, islámica y hebrea, y de hecho, en la presentación realizada en 1993, en la Sociedad Económica Amigos del País, comparecieron destacadas personalidades de Málaga, representando a varias instituciones, el cónsul de Marruecos y el rabino de la comunidad judía.
Treinta y dos años después.
Hace dos años, desde Ediciones del Genal se interesaron por reeditar la obra, propósito que finalmente se ha llevado a cabo. Sin embargo esta nueva edición destaca por tres cuestiones importantes: primera, que la obra aparece, definitivamente, completada en el total de sus páginas; la segunda que se muestra a color, pintada por el propio autor; y la tercera, la excelente maquetación que se ha llevado a cabo con el libro.
Presentación.
Ante un público que llenó completamente el tercer piso de la librería, entre los que se encontraban un buen número de seguidores del dibujante; presentó el acto, el conocido periodista Héctor Márquez, que llevó muy bien las diversas secuencias de la presentación, contando la personalidad del autor y narrando las características de las obra. Estuvieron en el acto, los representantes de Ediciones del Genal, de Unicaja, el alcalde de Macharaviaya, cargos municipales del Distrito de la Carretera de Cádiz, integrantes de las asociaciones, Torrijos 1831, Granaderos y Damas de Gálvez, El Zegrí, Vecinos Torrijos de Huelín, profesores, etc.
Por su parte, Alcántara citó: “Soy dibujante de cómic, marcado por una época: la de los tebeos históricos de los años cincuenta y sesenta, la de los grandes maestros. No fui a ninguna academia ni centro para aprender a dibujar, fueron los propios cómic de la época los que me influenciaron y me marcaron el camino para el dibujo. Fue la necesidad de rellenar al máximo las láminas dibujadas, la que me llevó a especializarme en perspectivas aéreas. Con ellas, podía llenar al completo lo que entonces llamábamos doble folio, y ahora son los A-3. Para mí es importante sacar a la luz personajes que escaparon a la pluma de los cronistas, para cerrar el amplio espectro social de las sociedades de la época”.
Añadimos lo que el propio autor cita en el prólogo de la obra:
El cómic histórico como referencia.
Estimado lector:
Cuando en nuestra vida cotidiana escogemos la lectura de un cómic, lo hacemos como un entretenido pasatiempo, aprovechándonos de los tintes lúdicos, imaginativos y relajantes, que el momento nos presenta.
Al igual que la música, el cine o la novela, el cómic constituye un buen medio de expresión característico de nuestra época.
A lo largo del siglo XX, el cómic produjo una mitología de ingentes proporciones, un alto número de obras de gran envergadura artística y un lenguaje lleno de peculiaridades y hallazgos estéticos.
Sabemos que existen muchas tendencias, formas y estilos, en el mundo de las viñetas, describiendo un amplio arco que va desde los clásicos y “de risa”, hasta los críticos o eróticos.
Entre todos ellos destacan, por su personalidad, los de corte histórico, en los que muchos creemos, a pesar de lo relegado que anduvieron un tiempo, arrollados por el esnobismo que ha supuesto el aluvión de modas más actuales.
Con el cómic histórico se equivocan los que lo tachan de desfasado o antiguo, porque si bien lo pasado es el cuerpo de la historia, no debemos de olvidar, que su aprendizaje nos lleva a la explicación del presente, y a cierta previsión sobre el futuro.
¿Para qué puede servirnos la lectura de un cómic histórico? Para ser la introducción o antesala que nos lleve a interesarnos por un episodio de la historia que, hasta entonces, prácticamente desconocíamos, y que, más tarde, a través de medios más trabajados, como los textos monográficos, las biografías o las minuciosas tesis, nos llevarán a él con abundancia de datos y precisión científica, saciando nuestras inquietudes.
Esa es la idea: la motivación. En cualquier viaje, espera o reposo, podemos echar mano al mundo del tebeo, y es en ese momento cuando, de forma intrascendente, ante la vista de un tema interesante, nace en nosotros la inquietud sobre un hecho ya pasado del que, hasta entonces, o bien no conocíamos o sólo habíamos tenido una vaga referencia.
Al cómic histórico se le deben exigir un mínimo de condiciones. La elaboración de sus dibujos ha de mostrar con la mayor fidelidad posible, independientemente del estilo particular del autor, los paisajes, los edificios, la poliorcética, el ambiente, vestimentas y rostros de los personajes, huyendo de las tentaciones de la fantasía del anacronismo. Para ello, los autores deberán consultar textos especializados que les llevarán a una coherente plasmación de las viñetas. En cuanto al guión, más que una impecable y casi imposible objetividad, debe de existir una plasmación de valores y una valiente exposición del ideal para el que está concebido. Porque el cómic histórico, dentro de sus posibilidades, debe aportar al lector ese “alma”, con el añadido del mayor número de datos posibles, expresando una fácil narrativa, con buena capacidad de síntesis y vocabulario variado, que lleve al correcto engarce de las distintas acciones.
“1487: LA CONQUISTA DE MÁLAGA” fue publicado por primera vez, y en blanco y negro, en diciembre de 1993, cumpliéndose en 2025 los treinta y dos años de aquella edición. Por entonces, los jóvenes de nuestra capital, en general, desconocían a personajes como El Zegrí o Hernando Pérez del Pulgar, tampoco las vicisitudes del cerco de Málaga por parte de las tropas de los Reyes Católicos (lo experimenté porque, en aquel tiempo, ejercí la docencia). En todo caso, quise que la obra plasmara un respeto y comprensión hacia las religiones, islámica, hebrea y cristiana, y que el bien de la tolerancia existiera, de tal manera, que el día de su presentación había en el aforo, musulmanes, judíos y cristianos. Fue una experiencia muy positiva. Sin embargo, tanto en el relato como en las imágenes del libro, no debían sustraerse males de la época como, por ejemplo, que Dios estaba siempre a favor del bando propio. Y es que todavía habría que esperar a 1517, para que Erasmo de Rótterdam escribiera su Querela Pacis (Lamento de la Paz), y otros textos que expandieran una evolución diferente en cuanto al punto de vista del Dios “aliado”. Eran los destellos del Renacimiento. El concepto de la tolerancia no comenzó hasta el siglo XIX, con la llegada de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La libertad de creencia, opinión y expresión, se convirtió en un derecho inalienable ligado a la libertad de tomar las propias decisiones y de juzgar en conciencia. Sin embargo, no debemos perder de vista, que la decisión individual de obrar en conciencia, siempre ha existido, y perdurará en los seres humanos frente a las conductas generales y la imposición de los poderes; y esa conciencia, ese obrar diferente, aparece en varios personajes del libro, oponiéndose con valor al fanatismo, las supersticiones y la ignorancia, imperantes.
Creyendo en todo ello, te invito amable lector a que te introduzcas en “1487: LA CONQUISTA DE MÁLAGA”.
















