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Diversas asociaciones de recreaciones históricas de las provincias de Málaga y Cádiz, participan en los homenajes a Salvador Manzanares y Pedro Manrique, organizados por la Asociación Manzanares. Estepona 1831. (Primera parte).

Asociación Torrijos 1831.

Una vez más, en esta sexta edición organizada por la “Asociación Manzanares. Estepona 1831”, sobre los homenajes anuales a Salvador Manzanares y Pedro Manrique, han participado diversas asociaciones de recreaciones históricas de las provincias de Málaga y Cádiz, entre los días 4 y 5 de marzo. El domingo 5, en concreto, participaron la titular de Estepona, Torrijos 1831, Bandoleros de Grazalema, Bandoleros de Alameda, Málaga Recreadora, Quema de Algarrobo y Despeñaperros bandolera. Como ya es tradicional, la interpretación de la muerte de Manzanares se realizó junto a la muralla del castillo y, a continuación, los colectivos hicieron una parada ante el cuadro de Manzanares, en azulejos, situado en calle Villa, donde se le rindió un recuerdo poético. A partir de ahí, las asociaciones vestidas de época entraron en la histórica Plaza del Reloj, para acometer con la segunda recreación: “La llegada del cadáver de Manzanares a Estepona”.

Los datos históricos de aquellos acontecimientos.

Dentro de un plan coordinado con Torrijos, Manzanares operó como agente clandestino en el Campo de Gibraltar, dominado por las fuerzas absolutistas, consiguiendo sumar para la causa constitucional, a 44 patriotas liberales de, Los Barrios, Algeciras y alrededores. También, recibió el apoyo de una partida que le envió el famoso bandolero, José María “El Tempranillo”. Con este pequeño contingente se pronunció en Los Barrios, el 21 de febrero de 1831, enviándole Torrijos desde Gibraltar, 85 hombres bajo las órdenes de sus mejores capitanes. Por razones pocos claras, Manzanares se dirigió a continuación hacia Estepona y no a Vejer, objetivo que le había recomendado Torrijos. Al parecer, había recibido propuestas engañosas desde Estepona. Disponemos de un legajo conservado en el Archivo Central del Ministerio de Justicia, que contiene toda la Causa de Estado sobre Salvador Manzanares. El corregidor realista de Estepona era Andrés Masegosa, y el comandante de armas de aquella localidad, el brigadier Ildefonso Matilde Monasterio, natural de San Roque, y por tanto, buen conocedor de la zona.
Manzanares y sus hombres llegaron a la altura de la Torre de Guadiaro el 1 de marzo, realizando el torrero la ahumada consiguiente para prevenir a los realistas que ya estaban en aviso. La tropa gubernamental sumaba la siguiente fuerza:

– Batallón de Voluntarios Realistas de Estepona (sin completar)
– Compañía de Carabineros de Costas y Fronteras de Estepona (sin completar).
– 34 infantes del Regimiento Provincial de Soria.
– 12 jinetes del Regimiento de caballería Vitoria, 4º de Ligeros
– Una partida del Resguardo de Rentas
– Veteranos de la compañía de Marbella
– Paisanos de Estepona, facilitados por su corregidor, Andrés Masegosa.
En total sumaron 154 infantes y 56 caballos.

El primer encuentro tuvo lugar en el Puerto de Babonaque, en la noche entre el 1 y 2 de marzo, que duró desde las 3 de la madrugada hasta las 3 de la tarde. Fueron hechos prisioneros 12 liberales, de los que uno de ellos era un oficial. Los alcaldes de Casares y Gaucín también alertaron a los demás pueblos, y añadieron a los Voluntarios Realistas, procedentes de sus dos localidades, sumando 100 hombres más para la persecución que cada vez se hizo más agobiante para los pronunciados. Así, se capturaron entre 25 y 31 liberales en la Fuente del Encinar (Sierra Crestellina) y en el Puerto de las Palomas. El 5 de marzo hubo un encuentro en Los Baños de la Fuensanta (Sierra Bermeja), en el que los Voluntarios Realistas de Ronda mataron a 4 liberales, logrando escapar el resto. El encuentro definitivo se produjo en La Romera (Benahavís), donde murió Manzanares, el 8 de marzo de 1831. El bravo jefe liberal, con los pocos que ya le seguían, había ganado la sierra faldeándola hasta llegar próximo a Monte Mayor, demarcación de la Romera, punto situado a levante del pueblo mas de dos leguas en donde encontró al cabrero Juan Gil al que comisionó para que le trajera víveres desde Estepona, rogándole que hiciera gestiones para alquilar una barca que los pudiera llevar de regreso a Gibraltar. Sin embargo, el pastor lo denunció ante las partidas realistas de la zona, regresando con su hermano Diego y un buen número de realistas. Los pastores se adelantaron a hablar con Manzanares, y lo mismo hizo este, descubriendo cómo entre la foresta estaban siendo cercados por los enemigos. Dada la gravedad del momento, Manzanares mató con su sable a Juan Gil, pero su hermano Diego disparó en sobre el pecho del jefe liberal muriendo en el acto. Después, arrancó las condecoraciones que pendían de su guerrera y las mostró a los que le seguían. Los realistas se abalanzaron sobre el resto de los liberales, haciéndolos prisioneros.

Recreación histórica en la Plaza del Reloj.

Las asociaciones de recreaciones históricas implicadas han recreado en una representación cargada de emoción y respeto, la histórica llegada del cadáver de Salvador Manzanares a la Plaza del Reloj, de la bella localidad esteponera, dando una visión real de los hechos que en ella se produjeron el 8 de marzo de 1831, cuando tras la muerte del héroe liberal, la columna absolutista formada en gran parte por Voluntarios Realistas, llevó a Estepona el cuerpo de vida del que fue ministro en 1823, y una cuerda de prisioneros pertenecientes al contingente que mandaba el bravo jefe liberal, con un total de 16 hombres. La torre que hoy muestra el famoso reloj (de estilo neoclásico), fue la antigua de la iglesia de Los Remedios, del siglo XVI, que quedó muy destruida en 1755 (a excepción de la torre), por el catastrófico terremoto de Lisboa. Por estar allí esa iglesia (hoy ya no existe), el cementerio primigenio de la villa se encontraba en el espacio norte de la actual Plaza del Reloj, donde fue enterrado Manzanares en una primera instancia, después de ser exhibido su maltratado y desfigurado cuerpo en la actual Plaza de las Flores, por las autoridades absolutistas, para escarmiento de aquellos que deseaban derechos y libertades.
A la poeta Mari Ángeles Castillo, de la “Asociación Manzanares. Estepona 1831” le correspondió presentar la recreación de la Plaza del Reloj, que transcurrió así: precedida por una escuadra de Escopeteros de Estepona, la columna mandada por el teniente coronel Ildefonso Matilde Monasterios, entra en la Plaza del Reloj portando en una camilla el cadáver de desdichado Manzanares, seguida de dieciséis liberales prisioneros. Una vez ocupada la plaza, Monasterios da las novedades al regidor Andrés Masegosa, sobre la captura del grupo de Manzanares y el traslado del cuerpo de éste a la villa, entregando al regidor las condecoraciones arrancadas de la guerrera del que fue ministro en el Trienio Liberal, a modo de trofeo. Después, llegó el turno de la poetisa Alicia Gallego, que hizo una elegía a Manzanares, cuyo cuerpo permanecía en el suelo de la plaza. Le siguió una interpretación flamenca a cargo de la cantaora Mari Carmen Casán, acompañada por el parsimonioso redoble del tambor. Tras ella actuó el rapsoda Enrique Parapar, genial, como siempre. Finalmente, grupos de mujeres de las diversas asociaciones presentes pasaron delante de Manzanares al que echaron algunas flores mostrando su más profundo dolor por el libre muerto.

Homenaje a Pedro Manrique, compañero leal de Torrijos.

Pedro Manrique que, con 23 años, cayó muerto en las playas de Málaga por defender las libertades y derechos que emanaron de la Constitución gaditana de 1812, frente al represor régimen absolutista de Fernando VII. Esas circunstancias políticas y sociales, hicieron que el joven Manrique se trasladara a Gibraltar para apoyar a Torrijos. Para el homenaje, las asociaciones presentes ocuparon la calle de Santa Ana, junto al lugar donde existió la casa de Manrique, hoy referenciada por una lápida puesta el 11 de diciembre de 1982 (veinte años antes que se creara la Asociación Torrijos 1831). Las dos bocas de la calle y los laterales quedaron cerrados por recreadores, vecinos y visitantes, deseosos de ver el recuerdo emocionante a un muchacho que fue libre, antes y después de morir.

La lectura de la última carta de Marique, conmueve a los asistentes.

Flori Sastre, secretaria de la Asociación Torrijos 1831, intervino dando vida a Paula López, madre de Manrique, leyendo la carta que éste envió a Estepona en diciembre de 1831:
“Mi más querido amigo: Pocas horas me quedan de existencia, dedicando un corto rato para despedirme de usted, para siempre. No tengo valor para escribir a mis afligidos padres. Su quebranto y desconsuelo se colmarían, si yo tuviese la imprudencia de hacerlo; cuando usted y mis amigos cuidarán de su atención sagrada, la única que considero ahora digna de un buen hijo, descansando mi corazón en la lisonjera confianza de que, a su tiempo, les hará usted saber mis sentimientos y últimas ideas.
¡Padre querido! ¡Desconsoladas hermanas! ¡Amada madre mía! Vuestra pena es la que siento sobre todo.Encargo a usted, también, mis afectuosas memorias para todos los amigos, para las niñas de Blas, las de Bernal y cuantos lloren mi catástrofe. Mi madre…, en esta idea mil tiernos recuerdos me atormentan con dolor. Pero conservo valor, conformidad y nada me espanta. No me quejo de los autores de mi destrucción, ni ellos ni mis demás enemigos tienen que sentir mi odio. Nunca he tratado de ofender a los que se constituyeron mis perseguidores, manifiésteselo usted así. Diga usted que Manrique fue generoso, y lo es en este momento en el que el corazón no sabe disfrazarse. Adiós querido amigo. Esta despedida es terrible y preciosa. Conformémonos con la suerte que lo dispone, yo lo estoy para abandonar esta tierra que me ha sustentado durante 23 años. Muero muy joven, pero como debía esperarse, ni lloro ni temo. Abrace usted a todos, todos, y consuele el corazón de mis padres.
Basta ya porque se me oprime el alma, antes que opriman mi cuerpo; y concluyo esta carta asegurándole que he sido su amigo, y que siento dejar de serlo en este mundo. Adiós para siempre. Pedro Manrique”.

Homenaje a Salvador Manzanares en la Plaza de las Flores de Estepona.

Entre las diversas actividades realizadas en Estepona, en memoria de Salvador Manzanares y sus compañeros de infortunio, las asociaciones de recreaciones históricas presentes el 5 de marzo, realizaron un sentido homenaje a aquellos liberales decimonónicos, en lo que hoy se conoce como la Plaza de las Flores en la villa esteponera. Se ha realizado allí, porque el día 8 de 1831, tanto el Ayuntamiento de esa localidad como la cárcel pública, estaban situados allí. Precisamente, en el banco de obra situado en la fachada principal del Ayuntamiento (hoy desaparecido), estuvo expuesto para escarnio, el desgraciado cadáver de Manzanares, hasta que, finalmente, se le dio sepultura. La poetisa Marí Ángeles Castillo interpretó un texto maravilloso a un Manzanares yacía sin vida.